La casa que el banquero Garriga-Nogués se hizo construir en los años del cambio de siglo se encuentra perfectamente integrada en la trama del Eixample, que en aquellos años se encontraba en plena expansión. Su céntrico emplazamiento, junto a la Rambla de Catalunya y la Gran Via, la sitúa de pleno en aquella privilegiada zona que modernamente ha sido bautizada como el Cuadrado de Oro de Barcelona, donde la burguesía habita y hace sus inversiones inmobiliarias y en la que, por lo tanto, encontramos algunos de los ejemplares más destacados del modernismo arqui¬tectónico.

La casa, como muchas de este género, combina unos bajos destinados a actividades comerciales, un piso principal donde residía el propietario, al que se accedía a través de una gran escalera debajo de un patio cubierto, y otros pisos destinados a alquiler, con una escalera independiente y a menudo de dimensiones más reducidas (por ejemplo, dos viviendas por planta). Por el aspecto exterior de la casa Garriga-Nogués se podría pensar que se trata de un palacio unifamiliar. El balcón sobre la puerta de acceso está sostenido por cuatro grandes ménsulas esculpidas por Eusebi Arnau con el tema simbólico de las edades de la vida. Un rasgo inusual es el anexo de planta baja y piso, que deja a la vista una fachada lateral. El mencionado anexo corresponde a la sala de billar del piso principal y presenta un interesante vitral, obra del establecimiento A. Rigalt y C.ª, autores también del resto de vitrales del edificio, que interiormente —especialmente en el principal— presenta una gran riqueza decorativa.