Como arquitecto del obispado de Barcelona, Enric Sagnier se encargó de realizar numerosos templos de nueva creación o bien intervenciones en otros ya existentes, especialmente después del movimiento revolucionario de la Semana Trágica (1909), que conllevó la destrucción de muchas construcciones religiosas. El obispo Joan Laguarda y su sucesor, Ramon Guillamet, impulsaron la restauración o reconstrucción de los edificios dañados o destruidos, así como la creación de nuevas parroquias en barrios obreros con la intención de incrementar la presencia del catolicismo en un terreno que se les revelaba hostil. Así, Sagnier en pocos años levantó templos en barrios periféricos (Sant Joan en Horta; Sant Francesc d’Assís en el Poblenou; Mare de Déu de Montserrat en el Guinardó; Mare de Déu del Roser en el Fort Pius; Crist Rei en la Sagrera; Santa Engràcia en Verdum; Sant Ramon Nonat en Collblanc), además de otros en varios pueblos de la diócesis. Muchas de estas construcciones se fueron levantando lentamente por falta de recursos y su inauguración se pospuso a lo largo de los años (algunas no fueron completadas hasta después de la Guerra Civil).

El templo del Sagrado Corazón, en el Poblenou, es un edificio que, según parece, fue empezado ya a finales del siglo XIX, pero su construcción se prolongó bastante tiempo. El arquitecto utilizó muchos de sus recursos habituales, como el lenguaje neogótico simplificado o el campanario con un acabado que recuerda las torres del chalet El Pinar. En la fachada destacan los relieves (magníficas obras del escultor Eusebi Arnau, desgraciadamente mutiladas), con representaciones de escenas de la vida de Jesús que lo muestran ejerciendo la caridad para con los necesitados (milagros de las bodas de Caná y de la multiplicación de los panes y los peces).