Casa Lluís-Eduard Pellerin
En pocos años, Sagnier supo hacer evolucionar su arquitectura desde el grácil modernismo de reminiscencias rococó o con algún detalle medievalizante hacia un clasicismo sobrio, pero sin moverse del ámbito de la influencia francesa, en el que parece que el arquitecto se sentía tan cómodo. Este edificio es un ejemplo de esta nueva tendencia, en la que abunda la utilización de las mansardas cubiertas de pizarra, las cúpulas marcando los ángulos más destacados, el ornamento escultórico reducido al mínimo y localizado solamente en torno a las aberturas, etc. Los recursos compositivos se hacen entonces más patentes, como la voluntad de romper la monotonía de las superficies mediante bandas verticales que marcan un ritmo más atractivo en un conjunto que no dispone del punto de atención que en otros bloques de viviendas representa el piso principal singularizado. La casa (que fue ampliada lateralmente en una fecha indeterminada) fue nominada en el concurso municipal de arquitectura no sólo por su suntuoso aspecto exterior (más bien aparente, ya que, en vez de ser de piedra natural, las fachadas son de ladrillo enfoscado), sino también por haber incorporado los sistemas de confort más avanzados, como ascensor, calefacción central y agua corriente. En esta categoría de edificios, Sagnier utilizó asiduamente los pavimentos de baldosas de mosaico hidráulico que él mismo y otros muchos arquitectos y decoradores modernistas proyectaron para las manufacturas más destacadas del momento.
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año
1912-1915
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Población
Barcelona
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Dirección
Balmes, 170-170 bis / Diagonal 490-500